lunes, 27 de febrero de 2017

Como un panóptico


Desde niños nos enseñan

a jugar con bloques.

Algunos construyen autos

y disfrutan de recorrer ciudades,

paisajes aún no inventados.

Otros arman casas

y crean familias

con historias dramáticas

o estereotipadas.

Hay quienes configuran faros

y miran el mar que los rodea

con tanta calidez en la noche.

Varios arman cines,

con pantallas gigantes

y fantasean con estatuillas

y besos al finalizar la función.

Unos pocos construyen cárceles,

y juegan a ser carcelarios,

a tener todo el poder

que es peligroso que tengan.

Pero un solo niño apila bloque tras bloque,

encastra con los dientes castañeteándole

la xenofobia proyectada en un muro.

Y entonces los pocos carcelarios festejan

porque ahora van a estar encerrados en un espacio mayor

gracias al buen niño Trump

que construyó una cárcel más cómoda para todos.