miércoles, 10 de diciembre de 2014

Risas acartonadas

Soy una reidora profesional.  Sí, es a lo que me dedico.  Soy de esas personas que van a los programas de televisión y a las que les van mostrando carteles que dicen: “Aplausos” “Risas exageradas”, etcétera. 
Al principio pensé que podía ser divertido el hecho de que me pagasen por reír.  Pocos pueden decir que ríen en sus trabajos.  Sin embargo, no me llevó mucho tiempo darme cuenta de que lo que emanaba de mi no eran carcajadas naturales, sino más bien gritos cortos con sonrisas falsas.  Al quinto cartel de “Risas” lo que menos querés hacer en tu vida es reír.  No me parece gracioso lo que pasa en el programa, pero me veo forzada a fingir que es muy entretenido.  A veces miro a mis compañeros.  ¿Qué nos llevó a hacer esto?  ¿Cómo es que pensamos que este trabajo podía ser divertido? 
Me da tristeza pensar que la risa en nosotros se ha desvirtuado, ha sido rebajada a ser usada como un trabajo.  Algo que debería ser tan natural…  Ya no podemos reír ante un chiste como antes, preferimos volcarnos a otras formas de expresar emociones.  El llanto se ha vuelto una forma nueva de reírnos, porque nadie ha prostituido nuestras lágrimas. 

viernes, 28 de noviembre de 2014

Emotiva memoria

Juan Carlos tiene 50 años.  Está pelado, gordo, y tiene unos anteojos culo de botella que no le favorecen su aspecto.  
De lunes a Viernes se sienta en una confitería a desayunar y toma un café oscuro (Porque los escritores toman café oscuro) y un tostado de jamón y queso.  Exquisito.  Saca su libretita, esa que tiene desde los doce, y que encontró tirada hace un año adentro de la caja de las piedritas de su gato Matusalén (Vaya a saber uno por qué había ido a parar allí).  Juan Carlos tiene una meta: escribir la gran novela.  Ésa que lo lleve a publicar, hacerse rico y por qué no, a tener una película basada en ella o por qué no también una saga completa a partir de sus libros.  Pero Juan Carlos tiene un problema: Escribe para la mierda.  Le pone onda, no es que no lo intenta.  Invierte tiempo en ello, MUCHO tiempo.  Incluso invierte más tiempo en ello, que en su mujer (¡Con razón ella le dio un ultimátum el domingo por la tarde!)
Juan Carlos se sienta de lunes a viernes en esa confitería y hace los peores escritos vistos sobre la faz de la tierra.  Siempre quiso tener el don de la escritura.  Pero, como le dijo su esposa: Juanca, no lo tenés.  Te agarró el viejazo y la rebeldía, y decidiste jubilarte anticipadamente y pasar las mañanas sentado en un café y hacerte el Cortázar.  Pero no te sale. Y nos hundís a los dos.
Su problema es la forma de narrar o que no tiene historia alguna para contar.  Alguna anécdota debe tener, pues todos tenemos anécdotas.  Simplemente no encontró aún la GRAN anécdota.
Juan Carlos va camino a fundirse económicamente.  Él no lo sabe aún, porque en su vida tocó una calculadora, pero sus proyectos de escritura no son exitosos, la jubilación anticipada no le alcanza y se empeña en gastar hasta los últimos pesos en esa confitería barrial.
Hoy, que ya no le alcanzan los billetes para pagar el café oscuro (El tostado ya lo resignó hace unos días) su suerte cambia.  Mientras se termina el café que al parecer va a ser el último que pueda costear, ve a una mujer de cabellos oscuros, con un vestido floreado, blanco y celeste y se retrotrae treinta y cinco años.  El café se le estanca en el esófago.  No es por la belleza de la mujer, sino por el símbolo que representa ella.  La mujer así vestida le hace acordar a Clarita. 
Clarita era de esas nenas sonrientes y felices.  Que todo lo que tocaba, se convertía en oro (Bueno, excepto él)  Cuando le regaló para su aniversario de tres meses ese vestido floreado, la sonrisa de Clarita iluminó la quinta de su tío en la que estaban.  Parecía tan ingenua Clarita, creía que el mundo era un lugar de esperanza.  Él recordaba a la perfección las florcitas bordadas en el vestido, el que acarició. 
Fue la última vez que vio a Clarita contenta y fue la última vez que él fue feliz.
Juan Carlos comienza a escribir cómo la mujer de su vida le rompió el corazón.  Él cree que la película se estrenará a fines de Diciembre de este año.

martes, 25 de noviembre de 2014

*Sobre la importancia del hoy*

Energía que fluye por tu cuerpo.
Nace de tus entrañas,
Explota en tu ser,
Y se derrama en los demás.
Energía que revitaliza los cuerpos dormidos,
Digo los cuerpos dóciles,
Digo los cuerpos cansados,
A los que llena de pureza.
Energía que quita la inercia,
El corazón vuelve a bombear sangre,
Las venas se nutren,
Los ojos se abren de par en par.
No más dormir,
No más aletargar,
No más procrastinar.
Hoy puede ser el mejor día de tu vida.

sábado, 22 de noviembre de 2014


Nunca voy a entender, 
Por qué hay gente que prefiere quemar, 
Los papeles escritos por brillantes filósofos, 
a procrear flores en los campos desabastecidos.
No comprendo a la gente,
cuando prefiere encender un fósforo,
al lado de un tanque de combustible, 
y acerca la llama al líquido.
Jugando con los límites, 
se preocupan por romper todos los libros de la biblioteca,
en vez de plantar en el cerebro de los niños,
ideas que los conlleven a la creatividad.
Nunca voy a entender,
por qué hay gente que ama destruir, 
cuando hay tantos ladrillos para apilar,
y tantas paredes por construir.

*La lentitud del ser en tiempos modernos*

Tengo tiempo.
Siempre corro
Y me acelero.
Pero hoy tengo tiempo
¿Querés un café?
¿Un libro, tal vez?
¿Escuchamos algo de música?
Tengo tiempo.
Tengo tiempo.
Siempre estoy ocupada
Y pensando en muchas cosas.
Pero hoy tengo tiempo.
¿Querés dormir un rato?
¿Mirar una película tal vez?
¿Contamos las estrellas en el cielo?
Tengo tiempo.
Todo el tiempo del mundo.

viernes, 21 de noviembre de 2014

El amanecer de una flor


No hay nada más decepcionante,
Que una flor sin olor,
Igual que una pared sin pintura,
Igual que un marco sin fotografía.
Y verla ahí tan sola,
Sin oídos a los que perfumar,
Con su canto dulce y suave,
De juventud consumada.
Sin embargo los pétalos negros,
Antes tan rosados,
Piden tregua,
Porque saben que han envejecido.
Y la pobre flor se queda
Contemplando el amanecer
De su vivir como mariposa.