miércoles, 1 de agosto de 2018

L I M O N E S

Capítulo 4

¡Ay, no! ¿Complejo de Edipo? Le atraía una persona que tenía el mismo nombre que su papá, quien también se había criado en un campo, al igual que ella. Pero ¿qué va a saber el hijo de la Pancha del complejo de Edipo? Sabe de vacas y de caballos y de sexo. Y ahí se acabó. Ah, no. Faltan los limones. Sabe de limones, como todos los residentes de esta localidad.
Eliseo le recuerda a cómo era ella antes de vivir en la capital. Pueblerina. Su vida giraba en torno al pueblo. Sólo sabía de vacas y de caballos hasta que, a sus quince años, su mamá se separó de su papá y se fueron a vivir al centro, plena Avenida Córdoba. Todo muy lindo y muy cerca, pero muy todo. El campo se caracteriza por la austeridad. ¿Para qué más? La riqueza está en el cielo, en las estrellas a la medianoche, en el amanecer en verano. En capital, el tiempo tenía otro ritmo. Cuando en el campo bailaba chacareras y zambas, en la capital le exigían que bailara reggaeton y perreara intensamente.
Pero, después de años, se acostumbró. No hay nada que el tiempo no cure y ésta no era la excepción. Siempre había sido muy inteligente y, sobre todo, curiosa. La primera vez que había resuelto un caso fue a partir de una desgracia que le tocó vivir de cerca. Su abuela materna, Adela, fue asesinada. Nieves, impactada ante la noticia, no durmió ni comió hasta resolver el enigma. Necesitaba saber quién había sido el culpable. ¿Quién podía ser semejante animal?
Después de haber hablado con los vecinos y entrado a las redes sociales de su abuela, descubrió la verdad. Lamentablemente, el asesino fue el abuelo de Nieves. Pese a que estaban separados hacía años, al parecer el abuelo había contactado a Adela hacía poco desde un Facebook trucho y había intentado seducirla. La abuela cayó en su trampa y, después de mucho hablar, lo invitó a su casa.
Si tan solo hubiera sabido que se trataba de su ex esposo, jamás habría aceptado que pusiera un pie en su hogar nuevamente. No quería saber nada de ese hombre. Era alcohólico y le pegaba. También había maltratado a su hija, la mamá de Nieves, Soledad. Un día, hastiada por la situación y el temor, la abuela volvió antes del trabajo, retiró más temprano a Sole del jardín y armaron juntas el bolso. Adela le prometió a su hija que era un viaje adelantado por las vacaciones de invierno que arrancaban el lunes pero, en realidad, era un acto de liberación.  
Pasaron años escapándose de él, pidiendo órdenes de restricción, haciendo denuncias en la policía.
Y ése fue el final de la abuela de Nieves. Asesinada después de tanta lucha. La única que fue capaz de rastrear la dirección de IP fue Nieves. A los policías les daba que el dueño de esa IP vivía en Tucumán. Pero no. El tipo vivía en Avenida Cabildo y, como era ingeniero en sistemas, sabía muchos trucos informáticos.
La abuela de Nieves murió el 28 de agosto de 2008. Nieves tenía diecisiete años en aquel entonces y ese evento la marcó para siempre.

...Continuará...